3 de marzo de 2011

El Refugio

     Hace tres años vine aquí por primera vez. Quería huir del mundo… aunque en realidad no tenía donde esconderme ya que realmente de quien pretendía huir era de mí misma.

Hace tres años yo era un espectro.

Iba a clase, comía, dormía… pero estaba muerta, marchita en la flor de la vida.

Hace tres años, una mañana más en mi infernal existencia, llegué hasta este lugar, que sin darme cuenta se convertiría en mi refugio.

Hace tres años, algo en mi frágil mundo cambió bruscamente, hundiéndome en los pantanos más oscuros y lúgubres de mi propia existencia.

Hace tres años mi vida cambió.

Ciudad nueva, gente nueva, casa nueva…

No eran ninguna de estas tres cosas, y eran las tres a la vez; la niña de cristal que era hace tres años se rompió en miles de pedazos. Ya no estaba en mi casa, con mi familia, en mi cómoda e inerte vida. Ahora mi mundo se había renovado, y eso me producía pavor, angustia y una profunda tristeza.

Hace tres años yo no pensaba, ni vivía, ni sentía. Mi propia debilidad no me dejaba ver el mundo tan maravilloso que tenía ante mí. Mis propias lágrimas no me dejaban contemplar las estrellas.

Hace tres años vivía encerrada en una jaula de cristal… ¿la llave? La llave la tenía un ser dentro de mí misma, a quién desconocía, era mi propio carcelero.

Cuando le conocí, me abrió las puertas a un mundo mágico, lleno de colores y sensaciones. Hasta entonces, buscaba y buscaba en sueños esa llave, la que me mostraría “la vida”; la que me haría despertar de mi propio ataúd.

Anhelaba estar viva, sentir e incluso equivocarme, porque sería una señal de que estaba disfrutando de la vida.

Ahora hace un año que encontré a ese ser interno, a mi carcelero, y hace un año que la llave está en mi poder.

Hace un año que mi carcelero me sacó de esta jaula de cristal, me enseñó un nuevo mundo, me despertó de mi sueño (o de mi pesadilla)… y me dio alas: me devolvió la vida.

Hace un año llevé a mi nueva y renovada alma a este preciso lugar. Todo había cambiado ¿o era yo?. Todo estaba en obras, al igual que mi nuevo mundo.

Hace un año comencé de nuevo.

Hace un año que nací.

Hace un año que tengo un año de vida.

Hace un año cogí la espada de mi propia libertad, cogí la llave, me encerré en la jaula y la rompí desde dentro, haciéndola añicos.

Ahora dichos cristales solo existen en mi recuerdo.

Ahora veo que tuve la valentía de armarme con los utensilios que el universo me ofrecía para romper con todo.

Ahora se que no huí, sino que me enfrenté a mi jaula de cristal.

Ahora vuelvo al sitio, al refugio que encontré hace tres años, para reflexionar sobre mi nuevo reto.

Ahora no hay jaula, pero si perduran la llave y el carcelero…

Ahora me enfrento a la vida, a mi propio destino, pero eso si, con fuerza y sobretodo con libertad.

Ahora sé quien soy.

Ahora estoy viva, siento el palpitar de mi corazón.


19 mayo 2004.
Glorieta de Bécquer, Sevilla.

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